8.7.06

Los locos...



A los locos no nos quedan bien los nombres. Los demás seres llevan sus nombres como vestidos nuevos, los balbucean al fundar amigos, los hacen imprimir en tarjetitas blancas que luego van de mano en mano con la alegría de las cosas simples.
Y qué alegría muestran los Alfredos, los Antonios, los pobres Juanes y los taciturnos Sergios, los Alejandros con olor a mar!
Todos extienden desde la misma garganta con que cantan sus nombres envidiables como banderas bélicas, sus nombres que se quedan en la tierra sonando aunque ellos con sus huesos se vayan a la sombra.
Pero los locos, ay señor, los locos que de tanto olvidar nos asfixiamos, los pobres locos que hasta la risa confundimos y a quienes la alegría se nos llena de lágrimas, ¿Cómo vamos a andar con los nombres a rastras, cuidándolos, puliéndolos como mínimos animales de plata, viendo con estos ojos que ni el sueño somete que no se pierdan entre el polvo que nos halaga y odia?
Los locos no podemos anhelar que nos nombren pero también lo olvidaremos...


R. Dalton.